Vulnerabilidades
Por Néstor Martínez**
Llueve. Llueve con persistencia. Ayer, hoy y mañana la lluvia desnuda nuestras vulnerabilidades ambientales, materiales y mentales. Se difunden las alertas como el recordatorio de lo que se pudo hacer antes, o no se pudo hacer antes. Las fotografías, los videos, las lecturas, las escuchas, nos martillan una y otra vez que el desastre no debería estar sucediendo. Año tras año será lo mismo, solo habrá que actualizar las fechas.
Coyuntural, estacionaria, solo cuando llueve… se nos olvidará en ese fatalismo de la pobreza, del tercer mundo, de gobiernos sucesivos en los que el tema ambiental está reducido a la lástima, a sembrar plantitas, a buenos discursos, a afirmar lo imposible, a la acumulación del desastre para la próxima temporada.
Las imágenes de los desastres tienen denominadores comunes, porque son lo mismo en todo el territorio: derrumbes, inundaciones, cosechas destruidas, miseria flotando, ayuda sin posibilidades de ser la base para no necesitarla más, llantos, lamentos…
Un tubo para aguas negras erosionó un terreno flojo formando una gran cárcava, lo he visto en muchas fotografías, lechos de ríos convertidos en calles y zonas urbanas, champas en laderas o en cuanto terreno baldío se vea disponible, muchos de ellos no aptos para nada, otros fueron botaderos de basura, urbanizaciones a la orilla de ríos convertidos en cloacas para desechos humanos, acumulación de basura en los tragantes, cerros y volcanes cuya flora fue cortada al ras dejando al desnudo la tierra y la rocas, que entonces se convierten en amenazas.
Desastres construidos, desastres anticipados. Se difunde por todos los medios que la culpa es de la Naturaleza, a la que damos cualidades humanas que no tiene para ocultar nuestras propias faltas: la tormenta destruyó, el río inundó, la pared nos cayó…
Nosotros, pobres seres humanos, somos inocentes.
Llueve. Llueve con persistencia. Ayer, hoy y mañana. Los hospitales se llenan de pacientes pequeños y grandes con enfermedades pulmonares y estomacales. Son las epidemias y pandemias. Rotavirus. Las moscas se multiplican, los zancudos igual, los mosquitos. Vulnerabilidad del cuerpo humano que todos los días resiente el humo del transporte público y de fábricas, el polvo por todos lados. Enfermedades que se agravan con la lluvia. De nuevo la culpable es la lluvia. Nosotros, pobres seres humanos, somos inocentes.
Los cuerpos debilitados por comer comida chatarra, bebidas gaseosas. Muchos ya no pueden vivir sin la hamburguesa, la soda de sabores químicos diversos, los “fast foods” superaron a los “slow foods” y las gorduras de la mala salud son iguales a las flaquezas por mala salud. Dime lo que comes y te diré qué tan vulnerable estás.
Llueve. Llueve con persistencia. Ayer, hoy y mañana. Las tuberías para aguas servidas y de todos los colores, están atoradas con basura que día tras día, ricos y pobres, tiran a donde les place: vasitos y platos plásticos, bolsas plásticas, pajillas a montones, envoltorios de toda clase de productos, desechos de verduras, frutas podridas, pilas y baterías, líquidos químicos, venenos, agroquímicos, todo va a parar a los ríos, lagos, lagunas, mantos acuíferos.
Inundaciones por todos lados: rurales y urbanas. Nadie está a salvo.
Agua que se va a los mares y no a los acuíferos. Sed el resto de la estación seca.
Las desgracias no vienen solas y no están solas. Principio de la naturaleza: todo es un todo formado por cada uno de los seres que vivimos en el planeta Tierra. El agitar de las alas de una mariposa en Japón causa un huracán en el otro lado del planeta.
Las desgracias vienen sumadas: una detrás de la otra, o juntas. Luego de atender la inundación, el derrumbe hay que ir al hospital con los niños enfermos.
Vulnerabilidades que nadie quiere asumir: gobiernos, ricos, pobres y políticos ocultan culpando a la Naturaleza, contra ella no se puede, dicen, esa es la culpable. Así nos hemos pasado repitiendo todos estos años. Las advertencias de los ambientalistas son voces que claman, en verdad, en el desierto.
Llueve. Llueve con persistencia. Ayer, hoy y mañana. Pasada las lluvias no habremos aprendido la lección de la vulnerabilidad, ni el próximo invierno, ni el que viene después del próximo… so pena de que le quitemos la subsistencia a la población, que piensa y decide con el estómago antes que con la cabeza. ¿Verdad “usté”?
**Periodista/escritor. Miembro fundador de Comunicadores Contra el Cambio Climático/El Salvador (C4/El Salvador)